Por Isabel Allende-Robredo
Generalmente hablamos de "Igualdad", a secas, para referirnos a la igualdad de género (olvidándonos de otras desigualdades como la étnica cultural y/o racial(1)) y de "coeducación", para referirnos al sistema educativo que promueve la igualdad de oportunidades, valoración y visibilización de lo masculino y lo femenino (olvidándonos, de nuevo, de otros grupos de personas que también deben contar con igualdad de oportunidades, valoración y visibilización, como las procedentes de las minorías étnicas, raciales y religiosas). Sin embargo, una educación que realmente promueva el respeto por la diversidad, la igualdad de oportunidades y el desarrollo integral y conjunto de los educandos y educandas, debería contemplar simultáneamente toda la diversidad, sin importar si ésta es de género, étnica, racial, religiosa o funcional, entre otras posibles. Por ello, y hasta que un día podamos hablar tan sólo de "educación", y con este término nos estemos refiriendo a esa deseada educación respetuosa con la diversidad, integral y promotora de igualdad de oportunidades (o que, el término "coeducación" sirva para designar a un sistema en el que se co-educan en pie de igualdad, y desde la diversidad, todo tipo de personas), propongo hablar de "coeducación intercultural". Así, tanto quienes trabajamos en pro de la "coeducación" como de la "educación intercultural", trabajaríamos conjuntamente por la misma causa: la igualdad de oportunidades, para todo tipo de personas, y el derribo de las barreras sistémicas que generan la desigualdad, todo tipo de desigualdad.
¿Qué entendemos por coeducación intercultural?
Por coeducación intercultural entendemos el proceso educativo que favorece el desarrollo integral de las personas con independencia del sexo o grupo étnico al que pertenezcan y, por escuela coeducativa intercultural aquella en la que se corrigen y eliminan todo tipo de desigualdades o mecanismos discriminatorios por razón de sexo u origen étnico, en la que los alumnos y alumnas pueden desarrollar libremente su personalidad en un clima de igualdad real, sin ningún tipo de condicionantes o limitaciones impuestas en función de su sexo, teniendo en cuenta la diversidad de estilos de enseñanza-aprendizaje derivados de la diversidad cultural, y favoreciendo, asimismo, el respeto y la convivencia entre personas de orígenes culturales diversos. Por tanto, la coeducación intercultural no es una asignatura (aunque haya centros que se consideren coeducativos a sí mismos por impartir una asignatura en igualdad), sino una forma de educar completa, integral y transversal (y, por supuesto, sin olvidar que hay que hacerla accesible a todo tipo de personas con capacidades funcionales diversas).
La coeducación intercultural ayuda a desterrar las mentalidades sexistas, racistas y xenófobas, que son la base que sustenta y/o justifica la violencia de género y el bullying, al tiempo que facilita el desarrollo pleno de todo el alumnado. .
La coeducación intercultural supone, y exige, situaciones de igualdad real, de oportunidades académicas, profesionales y sociales en general, de tal modo que nadie - por razones de género, raza o étnicas- parta de una situación de desventaja o tenga que superar especiales dificultades para llegar a los mismos objetivos. Pero no podemos limitar la coeducación ni la educación intercultural a una mera igualación de las condiciones de partida, ni mucho menos equiparar coeducación con educación mixta, o educación intercultural con una aula multicultural, pues no se trata de eliminar las diferencias mediante la presentación de un modelo único (que generalmente suele ser el de incluir a las niñas en el modelo masculino y a las minorías étnicas en el modelo cultural mayoritario). Para que haya coeducación intercultural debe haber fusión de las pautas culturales que anteriormente se han considerado específicas de los diferentes grupos.
La coeducación intercultural permite que cada persona pueda construir su identidad social desde un autoconcepto positivo y saludable, y a través de la misma, se propicia el conocimiento mutuo y la comunicación entre las personas, enseñando a respetar la diferencia y a disfrutar de la riqueza que ofrece la diversidad. Asimismo, la coeducación intercultural promueve el diálogo creativo y la superación del sexismo y del etnocentrismo.
La coeducación intercultural implica reconocer y valorar la diversidad de género y la diversidad cultural, y hacer de ello una ventaja, un enriquecimiento cultural y una aportación de aquellos valores y prácticas que, bien sea por haber sido asociadas a lo femenino o a lo étnicamente diferente, han sido tradicionalmente desvalorizadas, y que, sin embargo, son igualmente importantes y necesarias para la vida de todas las personas. La coeducación intercultural, por tanto, rehúye tanto de los modelos patriarcales y etnocéntricos como de los neutralizadores (que pretenden asimilar a todas las personas en el modelo masculino y de la cultura autóctona mayoritaria), para convertirse en un espacio en el que tanto los estereotipos y roles de género como la jerarquización y desigualdad de género y étnica desaparecen.
Principios de la coeducación intercultural
1.- Promoción de la igualdad desde la diferencia.
2.- Percepción de la diversidad como valor.
3.- Coexistencia de actitudes y valores tradicionalmente considerados como masculinos o femeninos, de tal forma que puedan ser aceptados y asumidos por personas de cualquier género.
4.- Desarrollo completo de la personalidad sin las barreras del género, corrigiendo el sexismo y el racismo cultural e ideológico, así como la desigualdad social entre hombres, mujeres y personas LGTBIQ, y entre grupos étnicos.
5.- Desentrañamiento de los componentes sociales, antropológicos, históricos, religiosos y económicos, entre otros posibles, que determinan lo "masculino" y lo "femenino" para comprenderlos, y no para inculcarlos de forma dogmática y apriorística.
6.- Conocimiento y uso de la diversidad de estrategias de enseñanza-aprendizaje.
7.- Integración de las diversas cosmovisiones y formas culturales de pensar, hacer e, incluso, sentir de todo el alumnado.
8.- Educación integral, y por lo tanto integradora, que no oculta el mundo ni la experiencia de las mujeres, ni la de las personas LGTBIQ, ni la de las minorías étnicas.
9.- Cuestionamiento de las formas de conocimiento socialmente dominantes.
10.- Práctica de lenguajes diversos, abiertos a la comunicación interpersonal e intercultural.
11.- Atención a los procesos de la afectividad y la sexualidad.
12.- Transformación de las estructuras y de las concepciones sociales que mantienen una clara situación discriminatoria de las mujeres, de las personas LGTBIQ y de las minorías étnicas.
Algunas estrategias coeducativas e interculturales
1.- Potenciar el desarrollo integral de las personas, sin condicionar el desarrollo de las capacidades según el sexo.
2.- Incorporar los valores positivos asignados tradicionalmente al género femenino, así como mantener los valores positivos de la masculinidad. Valores como los cuidados, la empatía, la cooperación, la afectividad o el espacio privado, atribuidos a las mujeres, y aquellos positivos atribuidos a los varones, como la asertividad, el espacio público, la autonomía, etc., de manera que los alumnos y alumnas se abran a un mundo amplio de oportunidades y vivencias, e incorporen competencias que tradicionalmente pertenecían sólo a uno u otro de los géneros.
3.- Cuestionar los estereotipos culturales. Revisar los prejuicios y estereotipos que existen con relación al género y a las diferentes pertenencias culturales del alumnado, sobre todo desde la perspectiva de la cultura mayoritaria (patriarcal y heteronormativa), ampliando la mirada a los mensajes que nos llegan desde los medios de comunicación y la publicidad. Fomentar en el aula una actitud crítica ante los mensajes racistas, xenófobos, clasistas y sexistas para desmontar estas visiones a través del análisis de las causas y los impactos que generan estos discursos.
4.- Utilizar un lenguaje inclusivo y respetuoso, un lenguaje que nombre y visibilice a todas las personas, y tomar conciencia de las expresiones que utilizamos, ocultando a más de la mitad de la humanidad o utilizando palabras que aluden a otras identidades de género, orientaciones sexuales no heterosexuales o grupos étnicos minoritarios como insultos.
5.- Reflexionar sobre la ocupación del espacio en el aula, los pasillos o el patio, y promover una ocupación del espacio igualitaria y participativa. La ocupación del medio y la colocación de espacios de encuentro y comunicación también promueven, o impiden, el respeto, la escucha y la relación.
6.- Tener también en cuenta la distribución de WC y vestuarios con la posibilidad de contar con vestuarios individuales para las personas trans que no quieran exponer sus cuerpos a las miradas de las demás.
7.- Asegurar que los uniformes, o el código de vestimenta general, sea neutral en cuanto al género e inclusivo con respecto a otras confesiones religiosas (Los centros educativos laicos deben ser neutrales, lo que significa acoger a todo tipo de alumnado, y respetar su confesión religiosa).
8.- Educar en valores como el respeto, el diálogo, la cooperación, la libertad, la participación igualitaria, etc.
9.- Reconocer a todas las personas que forman parte del alumnado, y no presuponer nada con respecto a nadie. Tomar conciencia de que en la clase hay tanto personas de sexo masculino como femenino y no binarias, como personas del grupo étnico mayoritario y de otros minoritarios, con distintos intereses, miradas, experiencias, saberes, pasado, circunstancias y formas de expresarse, a las que debemos educar desde el respeto y el reconocimiento de sus derechos y obligaciones.
10.- Tener en cuenta la diversidad de estilos de aprendizaje
11.- Incorporar los saberes necesarios para las relaciones de cuidado, autonomía y libertad y las metodologías participativas basadas en la colaboración y el aprendizaje mutuo
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